lunes, febrero 28, 2011

Reencuentro

   Habían pasado casi 2 años desde la última vez que se habían visto, todo había seguido como lo acostumbrado, lo habitual, sin cambios, sin novedades relevantes. Aquella noche no había cambiado nada... las reglas continuaban siendo las mismas.

  Ella continuaba siendo la misma mujer que años atrás, decidida, arriesgada y hasta inquieta. No se había detenido ante lo que esa noche había dejado. No había cambiado nada de lo que tenía, no era su estilo deshacerse de las cosas que de pronto dejaban de importarle. Fuerte como siempre continuó su vida sin muchos cambios... su trabajo permaneció igual, su oficina seguía pulcra como en los viejos tiempos.

  Ella no cambiaba, no se postraba ante los reveses que a veces la vida puede dar... matenía siempre la frente en alto, pero había algo en sus ojos que ni el éxito profecional ni los logros que este puede ofrecer pueden ocultar.

  El ventanal de su oficina seguía como antes, fastuoso, enorme; mostrando a su dueña la panorámica de la ciudad que la había visto crecer. La dueña del ventanal seguía de pie frente a él, admirando el paisaje que se le ofrecía. El tiempo tenia ritmo, el ritmo de otoño cuando el invierno le sigue los pasos.

  Él... él era imposible, un sueño, un pensamiento, una idea, un deseo... solo eso. Un niño curioso e inquieto en el cuerpo de un hombre, y ella una mujer centrada, pero sin rumbo. Ni polos opuestos, ni almas gemelas... solo 2 personas solas, que se encontraron por casualidad, por coincidencia o por destino.

  La tarde léntamente se disolvía con la noche, ella se perdía en la oscuridad de su oficina, sola como siempre, sumergida en su trabajo; sin embargo el crepúsculo que invadió la ciudad fue más fuerte que la obsesión laboral de ella. La inminente noche la invitaba a seguirla... y ella no podía negarse.

   Él, el eterno aventurero, el ausente, el despreocupado... había regresado de su exilio voluntario. Las calles de la ciudad lo embargaban, lo llenaban de recuerdos y la añoranza de sus cercanas mocedades lo cegó, le abrió camino a su destartalado y nostálgico corazón y sus pasos recorrieron las huellas que un día había dejado.

  Los rayos de la luna bañaban por completo la ciudad. La noche había caido inundando todo a su paso, con nostalgia de un pasado no muy lejano y un futuro sin expectativas. La alameda con sus farolas antiguas enmarcaban el paso del hombre nostálgico, las caferetías y restaurantes que en ella se encontraban le llenaban de recuerdos, le invadían por completo.

  No muy lejos de ahí estaba el parque, el lugar de los reencuentros de los viejos amigos, el lugar que guardaba recuerdos de una memoria colectica de no hacía mucho tiempo. A unas cuentas cuadras, un edificio se veía casi apagado... sólo unas luces destacaban a travéz de las ventanas y el ventanal del piso superior se había quedado solo. La mujer que le acompañaba ya no estaba; invadida por la embriaguez de esa noche... sus pies la habían llevado cerca de sus recuerdos, su reciente melancolía había guiado sus pasos y un aroma a café la conducía a sus años vividos.

  El parque central nunca había estado como esa noche, plagado de recuerdos, de nostalgia, de una luz que proyectaba la luna y que pocas noches se había visto. Ella estaba ahí, colmada de memorias, llena de risas adolecentes y chistes sin sentido y que ahora solo enmarcaba su soledad.

  Él con un vaso de café en la mano recorría despacio y sin prisa ese parque como un fantasma buscando su vida pasada. Los rayos de luna y las luces de las farolas del parque parecían no poder vencer a la oscuridad de esa noche y mucho menos opacar la luz que la luna había ofrecido. Él buscaba un lugar para sentarse y lo encontró en esa banca. Él y ella sentados ahí, los polo que no son opuestos y que tampoco son almas gemelas... cerca como antes y lejos como los últimos años.

  Dos viejos amigos, dos viejos amantes, dos solitarios más solos que nunca. Los minutos pasaban sin prisa, parecía que se detenían, que daban tiempo a que la luz apareciera y confrontara a los esquivos personajes de esa escena. Ella se mantuvo inmovil, con la mirada perdida. Él al reincorporarse de su letargo se arriesgó a socializa con su desconocida compañera del asiento.

-Hola... -Fue lo único que dijo y sonrió como si nada, como si se conocieran. Ella despertó para dirigir su mirada a su lado derecho, respondiendo el saludo como dos desconocidos. Unos segundos pasaron, las miradas se cruzaron intentando reconocerse y lo hicieron, los dos desconocidos nostálgicos se advirtieron descubiertos. Siempre fueron ellos, ella y él... los desconocidos del parque, los amigos de hace años, lo amantes de hace poco. El exiliado y la mujer del ventanal.

  Amor, soledad, deseo, nostalgia o quizá una mezcla de todos esos sentimientos cayó sobre la noche, sobre el jardión, sobre la banca, sobre el par de desconocidos que se reconocían. Nunca la noche había sido bañana por esa luz que en esos momentos iluminaba los rostros de él y ella. Nunca todos se había fucionado como en esa noche, en que sentimientos, recuerdos, anhelosy cuerpos conspiraron para un reencuentro.

  Ambos se perdieron en los ojos del otro, el marrón y el verde se fusionaron en quimera que podía sentirse en el ambiente. Los minutos pasaban, la noche se havía más fría y aún no había palabras; palabras que se hacen vanas, sin sentido cuando los ojos y los cuerpos hablan por si mismos. Las manos se ese hombre y de esa mujer se encontraron sin buscarse, ya se conocían, se extrañaban.

  Él parecía igual, como si el tiempo no hubiera pasado... pero había algo nuevo en el rostro de aquella mujer, algo que en otros años no habría necesitado llevar... unas gafas transparentes enmarcadaban su mirada marrón y había algo más, algo que por la trade mientras miraba desde su ventanal a la ciudad no tenía; algo en sus ojos, algo diferente... talvez aún oculta detras de sus anteojos.

  Sus ojos dejaron de verse, pero sus manos seguín entrelazadas como si soltarse significará el fin de todo, el fin del reencuentro. No había explicaciones, no había nada, solo ellso dos bajo la noche, cobijados por los recuerdos y por la mezcla de sentimientos... aún se deseaban, de eso no había duda, pero ¿Sería amor lo que de nuevo los unía o solo dese y necesidad del uno por el otro?

  Eso no importaba, importaba que estuvieran juntos, que por esa noche fueran el uno del otro, no interesaba lo que el amanecer guiado por el alba trajera consigo en un futuro desconocido, lejano o cercano. Él se puso de pie tomando la iniciativa, ella le siguió para fundirse en un abrazo, en la unión que sus cuerpos tanto ansiaban. Ambos sabían lo que querían esa noche, lo que deseaban desde muchos meses atrás... su abrazo se deshizo sin que intervinieran las palabras y sus manos volvieron a entrelazarse tibias en una nocher fría.

 Camiranos por el parque, reconociendo y recordando momento que hasta esa tarde les parecían distantes y ajenos, casi como si nunca los hubieran vivido. El silencio seguía invadiendo todo y embriagados en él siguieron un camino nuevo, pero al mismo tiempo, un camino conocido, regresaron a su espacio, al lugar donde la tibieza los fundía... la alcoba de él y ella... su hogar, su refugio, su hoguera perpetua...




Pd: No sé que pedo... but I think I'm back.
Pd2: Es solo una pequeña historia que quiero hacer costometrage.
Pd3: Feliz 28... to everybody
Pd4: They try to make me go to rehab and I say no, no, no...

6 comentarios:

Alicia L. dijo...

Yo... Uhm...
Carajo...
Es...
Bastante genial...
¿Me vas a enseñar a hacer ese tipo de escritos cortometrajes, verdad?

Dios, eso fue la mejor cosa que he leído en mucho tiempo...

Frédéric dijo...

Cielos, no sé que decir...

Muchas gracias, me gusta que te guste.

=)

DvD dijo...

Cierto, cierto: mola bastante. Y sí, deberías hacerlo cortometraje.


Rehab is a good thing(:





Saludos

Frédéric dijo...

Bien... ese es otro voto a favor.

Alejandro Aguilar dijo...

Pues, creo que ya me ganaron los de arriba. Tonces dire chingon.




Dark Angel

Frédéric dijo...

¡3! votos...

Ya pues... muchas gracias.